Blogia

desahogandome

Primer desahogo como una presentación

Primer desahogo como una presentación

Empecemos confesando, anónimamente, que ayer ya tarde, cansado, jueves, acumulados tres días de trabajo (gracias a dios el lunes fue festivo) y regresado de un viaje de 376 kilómetros exactamente, acompañado de Lola que durante estos días está a nuestros cuidados y que si pudiera elegir tal vez quisiera quedarse con nosotros más tiempo en vez de volver con sus amos, llamé al Jóose y fui a verle portando una botellita de reserva del 2001, La Rioja, España.

 

Él, como siempre tan afable y distraído, me obsequió con un uno y medio por uno, a base de cogollos verdes debidamente crecidos y recolectados. Antes me acerqué a rellenar la pecera nueva que necesitaba de más fondo y más pequeños peces esclavos de la contemplación y pasee con mi pequeña, gris y tristona compañera bajo el viento fresco y un débil txirimiri.

 

Llegué a casa, al fin, conecté el ordenador, gesté esta parida de blog (que no este texto) conversando con las plantas. Después me senté al televisor viendo el sofá porque siempre hablamos mal; comenzó a hacer efecto el analgésico natural, cayó algún canal didáctico que distrae, no obliga a pensar y no afecta a mi memoria reciente, acumulando natural información para el futuro, para el mío. Así hasta que llegó la hora de volver a tener una conversación privada entre ellas y yo. Y ya eran dos, en dos horas; cierto es que dialogo con poco entusiasmo evitando el abuso.

 

Esta historia es hoy, de un hoy consumidor, de nuevo.

 

Por no recordar, no. Por conformarse. Por vivir aislado, contento con uno mismo pese a la duda de algunas decisiones tomadas, de esas que a los treinta y ocho cuesta tanto desandar. Para evitar ser quien no puedo ser sin hacer daño. Para eso es este blog: para desahogarme.