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desahogandome

cuadragésimo primer desahogo por el negocio del quién.

cuadragésimo primer desahogo por el negocio del quién.

Es posible que el frío intenso tenga algo que decir. Es un sujeto curioso, no suele avisar. Agua helada le acompaña. Llueve. ¿Quién llueve? Curiosos verbos que no admiten sujeto: llover, nevar, granizar… ¡Hiela! ¿Quién?

 

Ahora muchos a inventar respuestas, boletos de lotería de un sorteo del que todo desconocen. Y así nos va: cohibidos. Profundamente dormidos.

 

Cada cual de lo suyo gasta. Que lo gaste, con respeto.

 

Es posible que el frío intenso tenga algo que decir. Pero no quiero abrazarme al calor. De momento. Para sentir, el frío intenso. Cuando el mismo hombre que juega a ser un dios y roba unos grados de calor a la naturaleza, o de frío intenso, me arruina por el calor que recibo (y no me quejo); cuando el mismo, mismísimo hombre me cohíbe bajo sacramentos, sean de otro dios o del dinero; cuando este señor sin ser barbudo me mira, ser ríe y se lo permito; cuando siento este frío intenso…

 

… busco el calor humano del amor, del cariño o el aprecio.

 

Lo envolvemos de velada nocturna y alevosa. Cada cual de lo suyo gasta. Que lo gaste, con respeto.

 

Así que no me pregunto ¿quién llueve? Sino quién tengo más cerca, a quién puedo dar más y quién me quiere menos. Para ser feliz. Y las respuestas las llevo dentro, sin cohibiciones y con respeto.

 

Es posible que el frío intenso sea mudo y nunca dijera nada.

O no tuviera nada que decir.

cuadragésimo desahogo entre sábanas, sedas y algunas hierbas

cuadragésimo desahogo entre sábanas, sedas y algunas hierbas

Ojala pudiese creer en el destino. Pero creo en la casualidad.
Porque creer en el destino es como elevar en la mente la casualidad al infinito.
Después pasa el tiempo y la potencia disminuye hasta una nueva casualidad. Como el tenerte tan cerca. Tanto tiempo.
No necesité al destino.
Sí creo en la esperanza.

 

Mienten quienes con los ojos abiertos no ven. Quienes promulgan huecas palabras al viento. Quienes ante el espejo se ven opacos. Mienten quienes propio no tienen qué decir ni qué vivir.

Confiando en ver y en ser escuchado, ante mí postrado confieso: para esperar al destino: cree en la casualidad, con esperanza.

trigésimo noveno desahogo el cómo, cuándo y por qué el con quién es importante

trigésimo noveno desahogo el cómo, cuándo y por qué el con quién es importante

No quieras ser mi amante porque te amaré las horas que robemos

Seguramente mientras nos maltratamos un poco

Pero no me pidas que en ese instante no te ame

 

Os voy a contar de una aventura que tuve en el siglo XX

Del cuándo, del dónde y con quién: el universo

Se lo pedí mientras buscaba teta, culo, coño y algunos besos

Era evidente que iba a encontrarlos aun inconsciente

Algún pelo en el pecho e imberbe el que suscribe:

Le pedí salir primero.

Asintió con besos y más cosas que no supe dar de amor

Y sin saber alejar mi conciencia acabé escapando

Por  un amigo quiso saber de mí extrañada de treinta días y un solo encuentro

Juró que si NO se lo pido…

Porque entonces no sabía evitarlo

La traición, si lo fue, duró un momento.

Meses después mismo universo y un último encontronazo

Bastante más largo, intenso y placentero

Sincero y sin palabras

Sin que pasaran treinta años antes de mañana

Sex & Drugs & Rock n´roll

Por entonces tocaba bajos y un bajo

Hace veinte años de estas hazañas

 

Corolario en el siglo XXI para esta clase de fiestas:

 Amante por vicio: sólo si acude de su amor acompañada

Amante por amor:

 me acompaña al encuentro en viceversa

por la gloria de privadas consecuencias

trigésimo octavo desahogo del tramposo

trigésimo octavo desahogo del tramposo

Hay días en que uno tiene tiempo para sí. Otros, los más, ni para los demás: sólo para vivir viviendo. Sin darnos cuenta; que ya es bastante.

Hoy es un día de esos pocos.

Me sobra el tiempo.

Todo aquél que no puedo ofrecer como presente porque no existe el mercado de horas de segunda mano, y nada valen los segundos malgastados.

Pena de no poder reciclar tanto desperdicio. Pena de no poder poner precio al tiempo vivido, aún en especias humanas; porque regalaría mis horas por medio amor o por compasión, por una sonrisa o un llanto, por un grito o un abrazo. O por algo de ti insignificante que haya que reconstruir de nuevo.

Porque hoy me sobra el tiempo por el que no puedo brindar, como los 38,6 grados de fiebre que incluyo en el paquete

(!a ver si voy a regalar duros a cuatro pesetas!).

trigésimo séptimo desahogo desde su infierno

trigésimo séptimo desahogo desde su infierno

Busqué la luna en las palmas de sus manos y las descubrí cubiertas de ese sudor frío que brota de las entrañas. Y quise que fuera mío todo su dolor. Ya hacía tiempo que esculpimos en mi cerebro una percepción fatal y estereotipada. Supe de mi error y tuve mis razones: las del que calla cuando no las tiene, no las del que otorga por no fallar, porque no quise dejar de ser quien soy, ni ser a su imagen y semejanza. Aprendí de sus miradas no sólo de tristeza, más de dolor. Profundas. Sangrantes como las heridas que nunca cicatrizan cuando el cicatrizante subsiste al otro lado del mar, o del océano; y éste sí infinitamente infinito, y peligroso. Lleno de vida, como el camino aún por andar.

Quisiera ser emigrante y aprender con sangre de lo que el hombre es capaz. El hombre que no es hombre, ni humano. El ciego impecable. El del aplauso comprado. Sería su esclavo por verle sufrir y perder su último gramo de dignidad y valiente cobardía. Quisiera recibir las miradas que reciben para percibir el odio, o el miedo y que mis propios temores no me dejaran volar de la desolación a la algarabía. Quisiera querer vivir sin recuerdos para no sufrir, sin sufrir por quererlo, como volverse a morir.

Pero percibo el calor del hogar, de la sangre caliente y afín.  No hay solución. Puedo ser sobre ellos quien quiera ser, mas no puedo colocarme bajo sus pies, ni besar cada una de sus huellas al caminar.

Porque la esperanza más cercana es morir y despertar: ojalá estas vuestras odiseas sirvieran para recuperar los sueños que os fueron robados por aquellos que os negamos el cobijo y el amor.

Y el poder que nunca os devolvimos y malgastamos.

trigésimo sexto desahogo porque hay que vivirlo todo

trigésimo sexto desahogo porque hay que vivirlo todo

Despierto asustado y algo no cuadra: no es frío mi sudor sino ardiente. Creí soñar un sueño imperfecto en medio de la perfección y supe que era distinto:  vislumbre tu mirada como una pesadilla garantizada, abrazado a mi almohada.  Y mi voz se secaba.

Mi sombra en la ducha mientras mis narices recorren cada poro de tu piel por saber si sudas o sufres.  Te retratas con tu aroma perfecto de alcoholes muertos, mientras ronroneas y rumias la hierba de anoche y puedo recorrer serenamente tu belleza. Mi sombra está lista y parte alejada del gozo hacia el mundo oscuro y perverso que habitamos sin vivir presentes, ni en el presente nuestro lejano. La parte de mi que se eriza sigue contigo y despierta.

Mi iris en tus pupilas ocultas como un mundo desnudo; olvido el placer e intento alcanzarte en el preciso instante que abres tus ojos de mujer secreta, la que eres y nadie contempla. La que ni yo mismo conozco como sabes de mí. Y me miras, sonríes. ¡No quiero conocer tus deseos, no me lo pongas tan difícil! Te imploro.

Tras aquella noche de sexo pactado con la perfección humana, la sonrisa y el morbo, con un profundo sentimiento de culpa por los orgasmos que nunca tuvimos, seguía a tu lado sin querer conocer el mundo real que habitaba mi sombra porque no quería tampoco privarme del dolor que me causas, ni llorar por lágrimas perdidas.

trigésimo quinto desahogo por una revelación

trigésimo quinto desahogo por una revelación

En hora punta:

Quiero ser cada uno de vosotros. Y sentir como yo siento todos vuestros padecimientos. Y gozar como yo gozo todas vuestras dichas. Quiero compartirlo, quiero serlo todo.

Pensaba en ello, mientras viajaba.

El negocio de dios: una opresión liberticida. Por eso quiero ser cada uno de vosotros, sería el mejor regalo, después de muerto. En vida, un orgasmo infinito. Aún con dolor, a veces.

Melodía en mis oídos, el agua y el frío gris embrutecen el paisaje.

Si somos humanos, habremos de serlo. Si presumimos del don de la humanidad ¿por qué nos importamos tan poco? Viva el akelarre, sugiero. Brindo por la vida y por ti.

El aire es tan cálido gracias al continuo ir y venir de las corrientes empapadas de ADN.

El opresor que descalzo siente la tierra bajo sus pies, por vez primera y Narciso, que encuentra nuevos rostros en las oscuras ventanillas, eran también humanos, ayer.

Al final de este viaje, ahora a pie entre las calles, os doy gracias. Al cruel por enseñarme la compasión, al compasivo por su amor.

Es lo que somos realmente: la ostia de humanos. Es lo que somos: el auténtico DIOS.

trigésimo cuarto desahogo del agua que nunca beberé

trigésimo cuarto desahogo del agua que nunca beberé

Dice el dicho que no es aconsejable escupir al cielo porque te puede bañar tu propia saliva (o más). Es mentira: mirad como escupen en perfecta perpendicularidad políticos y alto clero para obtener beneficios. Y siguen. Y siguen. Luego funciona.

No pecaré y dejaré de ser abstencionista por un tiempo: el que dure está sintonía.

No miraré a los ojos de la gente y disfrazaré con gafas oscuras mis más denigrantes intenciones; confieso que a tan baja altura siento vergüenza, pero seguiré: oiré, pero jamás escucharé; confieso que no se si sabré vivir con tanto silencio. Así que haré más: desterraré cualquier idea ajena de mi mente; confieso: qué horror vivir siempre en la razón más absoluta. No me quedará otra: si tienes que morir, mueres; confieso que no sabría encontrar un argumento que lleve a un hombre a la muerte.

Confieso: no puedo más. ¡Prefiero pecar y abstenerme!

trigésimo tercer desahogo si no muere la esperanza

trigésimo tercer desahogo si no muere la esperanza

Había dos pistolas encima de la mesa. Exactamente: un revólver plateado con cachas de madera S&W y una semiautomática Walter plastificada. Negociaban cierta paz.  Cada gota de sudor que caía por sus frentes: un alma de las que fuera ansiaban la vida. Hacía calor, demasiado. Mayor que el del fuego de sus Cohibas. Nadie quería ceder. A sus espaldas quienes más habían matado, y muerto.  De fondo el vil dinero. Era tanto que debiera facilitar el acuerdo; era tanto que habría para ambos bandos. El tercero, quedó dicho, esperaba fuera: sólo pedían seguir viviendo.

¿Habría acuerdo?

¿Era negocio la paz?

 

Culminado el orgasmo, cuando el sudor comenzaba a enfriarse y el vello a erizarse, agotados todos los espasmos, abrió los ojos y se descubrió despierta. Apagó la sábana vibrante de seda que acariciaba su piel, se bajó la camiseta y aplaudió. Y rió. La terapia, sin duda, funcionaba: cada día su rostro era más bello, más radiante su mirada profunda y sugerente su sonrisa, como comprobó a verse reflejada en el espejo que doblaba el tamaño de su cama viscolástica.

¿Dormiría sola esa próxima noche?

¿Realmente quería compañía?

 

Tras colocar los últimos ladrillos del día y hacer algunos remaches, descolgó la plomada y secó el ardiente sudor de su frente. Ahí arriba el cielo parecía estar más lejano, aún. Camino de regreso fijó la mirada en los dedos de sus manos, mientras éstas descansaban sobre el volante de su furgoneta, y recordó que sus uñas eran grises por dentro y negras por fuera, como su piel. Sobre el asiento del copiloto el libro que siempre le acompañaba: La Odisea.

¿Merecía la pena regresar a casa?

Algún día lo haría.

trigésimo segundo desahogo altas horas y relax

trigésimo segundo desahogo altas horas y relax

Primera vez sobre este editor. Olvidado hoy Bill Gates, aunque algo tendrá que ver con ésto, a mi pesar.

la espalda doblada, contorsionada, contractura dicen, que si es laboral, que si es enfermedad común

¡qué más da si la jodida es mi espalda! un osteópata simpático me ha dado unas buenas ostias, mañana más.

El miolastán y la marihuana actúan ya. En el 50, en la Odisea, flipo con el mar. Porno a estas horas ¡no por favor!

en la cama me espera el calor, pero quiero dejar estos últimos latidos aquí grabados, en multicolor.

ya tengo la foto, ya tengo la flor.

Andale Mono, mira que es feo el nombre. Peor elegido el color que nubla mi ya cansada vista, embuelta no tan lejos en el fondo del océano que tanto añoro.

Y os cuento. Viví en la isla del tesoro, llena de cocos, y tiburones puntas blancas, que descansaban a tu lado mientras esperabas a sus primos no tan lejanos, de cabeza martillo.

Añoro la paz y la vida tan lejana del fondo del mar. Añoro aquellas profundas amistades y un chiste de un viudo inglés, viajero, con su hijo inberbe de pelo en pecho, que comparto.

- ¿cómo se llama una persona que habla dos idiomas?  bilingüe.

- ¿si habla tres? Trilingüe y cuatro, cuatrilingüe.

- ¿y si habla una? ...... monolingüe?

- NOOOOOO.  ¡ Inglés !

Sabio él.

Mañana más después de está subconsciente desnudez. María relajó la mente, la droga de farmacia los músculos, y los párpados pelean por seguir en el 50, en el fondo del mar. Añorando cierta paz.

Confesando que mañana pecaré, seguro. Aunque sea sólo por joder a los que adoctrinan a creer en el diablo, pero siempre con mucho amor, que sin duda os regalo. A todas primero... y ello confieso, no es sino la desnudez de mi plena conciencia.

Abandono ahora sí, parida la parida para ser mañana un payaso feliz, y aseguro que mi otro yo, el dormido que tanto añoro, vivirá nuevas y geniales aventuras. ¡Cómo os deseo!

trigésimo primer desahogo o una curiosidad

trigésimo primer desahogo o una curiosidad

Soy un cura

Un cura algo especial

Porque no sigo los designios vaticanos

Reparto condones entre mis feligreses

Y respeto las relaciones prematrimoniales

Además soy gay, como Jesucristo

Porque soy humano, no como Él

 

Jamás podré pecar como Benedicto, tan sabiamente

Si acaso creyera en el pecado, invento de la curia vaticana

Adoro la mentira tan humana aunque no mienta

Y admiro el egoísmo innato del mundo animal

Soy un hombre, no un puercoespín, y sé elegir

 

Sé qué está bien y qué está mal, siempre practico

Como sé que sin vosotros no soy nada

Os quiero salvajemente y os envidio humanamente

Libre de pecado y sin piedras en la mano

 

Se despide esta metáfora de vida, de la sangre derramada y del odio sembrado

Por los siglos de los siglos

Con la esperanza en que el ser humano, por encima de leyes y credos estúpidos,

 en los años venideros

Ni se cobije bajo bandera ni se cohiba con sacramentos

trigésimo desahogo en frío

trigésimo desahogo en frío

Tengo miedo, mucho. No al destino enemigo. No al prójimo malvado. No al amor en minúsculas. No a la vida.

Y no pierdo la esperanza de perderme en el miedo.

¿Por qué te temo tanto?

 

Cuando al despertar desnudo pienso en ti primero,

Por algo será.

Tal vez si jamás lograra alcanzarte. Tal vez si no estuvieran tan cerca tu mirada y tu voz. Quizá si no abrigaras tanto…

 

La rutina que atrapa este amor verdadero me quema vivo por dentro. Si antes de soñar con otras mujeres y contigo, estás sola en mis sueños: es un mudo te quiero.

 

Si por más que guíe el auto al norte frío encuentro tu calor; si tu aroma sin unos ni ceros siempre recuerdo: te adoro en silencio.

 

Si tu magia me busca despierto cuando más dormir quiero; si tu sonrisa profunda nunca desaparece: bebiendo te espero.

 

Sírvame el último, por favor señorita, que prisa no tengo.

vigésimo noveno desahogo por lo difícil

vigésimo noveno desahogo por lo difícil

me permito la osadía de despojaros de este instante...

Con el acento y el timbre argentinos

su prosa  genética, su verso en la sangre

Y la vida grabada a fuego muy lentamente

No es más fácil

No es más fácil sembrar el dolor

si adornas tus penas de cantos no es más fácil contener el llanto

si desvaneces

muy lentamente

Cuando es más fácil agitar banderas teñidas de sangre

Tomar dinero negro y salir corriendo

Es más fácil dejarse engañar

Muy lentamente

Es más fácil olvidar el infierno si queremos alcanzar el cielo

Y qué difícil es vivir y ellos sonríen cuando el burgués alza el vuelo

Muy lentamente

Tan lentamente

Que no se alcanza

...y termina mi osadía y os devuelvo vuestro instante.

vigésimo octavo desahogo ni cielo ni infierno

vigésimo octavo desahogo ni cielo ni infierno

Amé La Rutina De Vivir Distinto, Cada Día. Preso En Lo Que Fui, Quieto.

Ahora Que En Este Ajetreo De Vida Errante Y Monótona, El Tiempo No Pasa; Ahora Que Miro Hacia Dentro Por Ver Si Quedó Hueco Donde Cobijarse; Paloma, Sigue Poniendo Tus Huevos.

Siendo Distinto Y Hermosamente Humano, Cabalgo A Lomos De Un Destino Traidor, Buscando Surcar El Cielo Hasta Yave. Y Abrirlo Y Destriparlo. Mas Siento Que Aquello Es Hueco Y Vacío.   

Cobijado Entre Rémoras Asidas A Una Manta Gigante, Bucee Hasta El Abismo. En La Sima Más Profunda Del Océano Más Hondo Y Oscuro E Infinito, El Tiempo Seguía Quieto. 

Mas Halle También Que Era Vacío; Paloma, Sigue Poniendo Tus Huevos. Decidí, Llanamente, Vivir Distinto, Vivir Viendo, Pisando El Suelo.

vigésimo séptimo desahogo ocurrente

vigésimo séptimo desahogo ocurrente

Me avisó. No recuerdo cuántas fueron las veces.

Y cuando quise deshacer:

Creí saber lo que hice igual de bien que aquello que no existió.

Y cuando quise deshacer:

No me volvió a avisar.

 

Me ayudó. La paja con la paja, para sí el estiércol.

Y quise corresponder:

Besándola en la nariz que respirara por la boca.

Y quise corresponder:

Siendo estatua de hielo.

 

Maldita aspirina aspiras memorias

Bendita aspirina aspiras recuerdos

 

Y la besé, tanto como supe. Y cuando quise deshacer:

no me volvió a avisar.

 

Escupir al cielo los recuerdos y dejar que el azar, al son del viento, los devuelva.

Qué otra cosa podría hacer queriendo ser.

Cuando el destino es más que un mal amigo.

Cuando el aroma te incomoda sin el placer de su recuerdo.

 

Volví pasos atrás sin volver la mirada.

La Ley: poesía de sus labios.

El mundo: brinda con agua al destino enemigo.

Vivir: un don que no poseo.

Si cada mañana al despertar inspiro una esencia

en su boca de versos colmada:

porque fuiste mi nena hoy llora mi almohada.

 

La besé tanto como supe y no me volvió a avisar.

De nuevo.

 

vigésimo sexto desahogo, de una inspiración

vigésimo sexto desahogo, de una inspiración

Universidad. Cuestión: Breve ensayo sobre el sexo. No sobre el amor.

Aquellos y aquellas que en la respuesta mencionaron sus parejas no pasaron la prueba. Por no entender.

Multimillonario él, dedicó su vida a la felicidad.

Los primeros años fueron duros: era perseguido. Aquella vieja sociedad sometida a sí misma con credos extraños que expolian riquezas.

Provocaba. Sus insinuaciones constantes causaban efectos. Y las gentes comenzaron a descubrir, entre otras magias, la del sexo, consentido y respetuoso. Salvaje o silencioso. Premeditado u osado.

En la soledad o entre políglotas.

Así, al fin, se olvidaron de él. Y de Él. Y fueron lo que son: lo que deberían: seres con una infinita capacidad para amar.

Apresuro el final, por si ustedes desean comenzar a poner en práctica estas verdades:

Compartimos lo privado y por ello, creedme

(y desde entonces):

 ¡nos amamos mucho más!

vigésimo cuarto desahogo a plena conciencia

vigésimo cuarto desahogo a plena conciencia

Aspiro a beber de nuestros sanos manantiales

La angustia que siento al contemplar el mundo propiedad de quienes de él se creen dueños, me hace dudar: qué beberé mañana. Así…

 

… aspiro ….. a comer …. Lo que la naturaleza nos ofrece.

El dolor ajeno que descubro propio: seres iguales que subsisten en otros planetas. Así…

… suspiro (como si el aire fueran lágrimas y el líquido una pesada losa, grotesca)

al respirar este aire global.

vigésimo quinto desahogo por la fuente de la vida

vigésimo quinto desahogo por la fuente de la vida

Quisiera que la ternura gobernara el mundo

Tal vez alguna angustia se ahorraría

Quisiera que tu vida nunca fuera mía

Sin leyes perfectas y embudos

La vida que pido y que añoro, como tanto cuanto poseo...,

El sudor que nos reitera: sois humildes vagabundos.

Si la vida y la tristeza

son la rata y la serpiente

¡cómo vivir sin tus riquezas!

Es por ello que tan pocos

son menos y tienen tanto.

Es por ello que quisiera

Que la ternura gobernara el mundo.

No sería necesario, obligar a amar a cualquiera.

vigésimo tercer desahogo o la desilusión del canto de una moneda

vigésimo tercer desahogo o la desilusión del canto de una moneda

Escribía cuentos. O verdades. Tal era la calidad del lector. Mas se me arruinó el espíritu, ante el vacío de mis palabras, como a David seguramente.

 

Presentarse ¿de qué manera? ¿Por qué odian tanto? La Ceguera que ilumina al mundo, como el sexo sin sentido; la órbita, tal vez, ante tanto poder, asustada por tantas riquezas, varíe su rumbo y…

 

… y todo sea distinto. ¿De qué forma si no?

 

A pesar del pesar de millones de almas, todo sigue igual.

 

Así que los locos, pocos, sin inmunizar, cuidémonos de ser contagiados: el dolor que causan es tan fuerte.

 

O morirá el mundo y con él también su enfermedad.

vigésimo segundo desahogo del ciego que ve

vigésimo segundo desahogo del ciego que ve

Detesto gratis el rencor del que envidiándote e inseguro te contempla. Del que huye hacia delante creyendo portar razones que no se detuvo a analizar. Aquél ante el que todos se postran, de cuerpo presente, e ignoran y rien cuando no está. El que te mira, de reojo y cree alcanzarte con su poder. Un alma hueca que nos jode y mucho, demasiado.

El que se vende vendiendo lo ajeno. El que toma habiendo tomado. El que ríe si lloras.

Presos entre las hojas de un libro mal escrito y de peor guión; nuestros cuerpos impresos, en cursiva o no, sin respirar, sin aire. Esclavos con convenio patronal.

Y su mirada que nubla e intimida, que me distrae de tanta hipocresía, es lo que de verdad mata.