trigésimo octavo desahogo del tramposo
Hay días en que uno tiene tiempo para sí. Otros, los más, ni para los demás: sólo para vivir viviendo. Sin darnos cuenta; que ya es bastante.
Hoy es un día de esos pocos.
Me sobra el tiempo.
Todo aquél que no puedo ofrecer como presente porque no existe el mercado de horas de segunda mano, y nada valen los segundos malgastados.
Pena de no poder reciclar tanto desperdicio. Pena de no poder poner precio al tiempo vivido, aún en especias humanas; porque regalaría mis horas por medio amor o por compasión, por una sonrisa o un llanto, por un grito o un abrazo. O por algo de ti insignificante que haya que reconstruir de nuevo.
Porque hoy me sobra el tiempo por el que no puedo brindar, como los 38,6 grados de fiebre que incluyo en el paquete
(!a ver si voy a regalar duros a cuatro pesetas!).
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Maga Viajera -